Infancia y la pospandemia | Daniel Borja Charris

Cuando el COVID 19 nos vistió por primera vez en Colombia, mi hijo mayor estaba a 7 días de cumplir sus dos años de edad. El 6 de marzo de 2020 se abría una nueva página en la historia de Colombia. Sin embargo no fue hasta el 22 de marzo que sentimos el golpe de la Pandemia con el inicio de la Cuarentena Estricta Nacional Obligatoria.



Mi hija menor nació el 26 de Enero, un mes y 20 días antes de la noticia de la detección del primer caso positivo en Colombia del COVID 19, el sars cov2.

¿Qué ha cambiado en mis hijos? ¿En que se diferencian de las generaciones antes de la COVID? ¿Cuáles serán los desafíos que enfrentarán? ¿Qué estamos haciendo como padres para mitigar el impacto de dicho cambio social?

El día que escribo este artículo es mi cumpleaños. 32 años de vida (21 Marzo 2021), 368 semanas y más de 1.000 millones de segundos de vida, parece poco, pero es mucha vida y vida de calidad, esa que creo que mis hijos probablemente no podrán vivir como yo.

De niño, jugaba con mis vecinos al trompo, o con las canicas; la casa donde crecí tenía un patio grande y allí jugábamos con mis hermanas y con los niños vecinos de muchas formas, de hecho, algunas veces terminábamos haciendo una que otra travesura. Recuerdo el día que me picó un enjambre de abejas por querer experimentar como era la casa de las abejas por dentro e intentar abrir una pequeña puerta en ella; me veo allí, acostado en el patio con orina propia untada en mis heridas y con cremas diversas acostado en una estera (con matarratón) en el piso, bajo el sol de la tarde pasando la hinchazón de las picaduras.

Allí estoy en la casa de la vecina (posando con una llama)

La infancia es un periodo de tiempo que abarca desde el comienzo de la vida de una persona, su nacimiento, hasta el comienzo de su pubertad. A pesar que los expertos y grandes ponentes dividen esta gran etapa en varios estadios; podemos afirmar que la infancia de una persona dura aproximadamente entre 11 y 14 años, esto es el 10% de la vida de una persona aproximadamente. Es en este periodo de nuestra vida en los que se establecen las bases mas importantes del desarrollo del carácter, su desarrollo físico y mental.

La infancia se divide en varios períodos principales:

  1. Infancia (0 a 1 año)

  2. Infancia temprana (1 a 3 años)

  3. Edad preescolar (3 a 7 años)

  4. Edad escolar (7 a 11 años)

La infancia es tal vez el periodo más hermoso de la vida de una persona, así lo fue para mí. No recuerdo haber estado preocupado por problemas de adultos, regularmente recuerdo las cosas muy diferentes a lo que eran. Dado que nací en 1989, la violencia en mi país natal era descomunal y se vivían a diario secuestros y asesinatos, de hecho, mi papá fue víctima de señalamientos falsos por parte de la justicia, secuestro y muchas cosas más que recuerdo de otra forma, pues mi única preocupación era comer, jugar y estudiar.

Me veo leyendo el periódico y escuchando “la hora del recreo” con Juan Gossain; no se como ni cuando me apasioné por la radio, pero fueron de mis primeros hobbies. Que decir de ayudar a mi papá en lo que pudiera, habría cambiado cualquier juego de niños por ser su ayudante, me encantaba estar a su lado, verlo, era mi héroe y mucho más importante, mi referente espiritual. Mi padre era un líder en la iglesia; frecuentemente tenía reuniones de liderazgo y largas juntas de iglesia o reuniones de negocios en las cuales me llevaba a participar. Había árboles de mango en el patio de la iglesia y muchas piedras como para construir una carretera o la pista de aterrizaje de un avión del tamaño de una ramita de árbol. Era tiempo valioso para jugar.

Sin embargo, tal vez mis más hermosos recuerdos era el fin de año, la llegada de la familia a casa, mis primos; a veces 4, en otras ocasiones venían mis tíos y eso multiplicaba el número de visitantes. Además, fin de año, significaba ir a la casa de los abuelos, viajar de paseo al río o pasar a un parque en las noches; de hecho, fue en esos periodos de vacaciones cuando conocí Sincelejo, Tolú, Barranquilla, Cartagena y Santa Marta, pero más importante, fue en ese tiempo donde mejor pude compartir con mis tíos, primos y abuelos. Este lazo social y de relacionamiento, fue único e irrepetible.

El COVID nos cambió la vida y de eso no hay duda, pero especialmente en los niños, el impacto será aún mayor. ¿Puede revertirse? ¿puede mitigarse? hablemos de la infancia para comprender mejor el contexto y su solución


Necesidades de la Infancia

Creo que un niño necesita algunas cosas básicas:

  1. Un niño y una niña (el niño) necesitan la seguridad y la protección, la confianza en las relaciones familiares y un referente de unidad y respeto. Creo que esto sólo es posible si el niño se desarrolla en un ambiente de cordialidad, respeto y ve en sus padres un matrimonio ejemplar. Recuerdo encerrarme en el baño a llorar por miedo a que mis padres se separaran cuando los escuchaba discutir, que aunque no era muy frecuente, alimentaba mis miedos.

  2. El niño necesita padres que estén seguros de sí mismos. El rol de los padres en sus vidas, su estabilidad, tranquilidad y equilibrio, le transmite al niño los mismos sentimientos y emociones y le hará mas fácil un acercamiento a Dios como referente.

  3. El niño necesita padres que actúen como referentes positivos. Y con esto me refiero a la forma como solucionan los conflictos, la forma como sus padres se relacionan con su ambiente, sus familias, entre otros elementos importantes del relacionamiento.

  4. El niño necesita padres dispuestos a atenderlo, padres interesados en él como persona. Los padres que entienden, escuchan a sus hijos y lo respetan, sin abusar de él, sin usarlo como sustituto o maltratarlo irracionalmente establecen una base indeleble en sus vidas, pues este es el respeto que Dios muestra hacia el ser humano y cuando el niño esté en capacidad de independencia, podrá, más fácilmente comprender el amor y la relación del padre celestial.

  5. El niño necesita disciplina con libertad. El niño que es forzado a una obediencia por miedo o por castigo, termina tomando decisiones irracionales inclinadas hacia la rebeldía. Es necesario que el niño pueda ser disciplinado con amor y con libertad. Muchas veces en mi adolescencia solo quise salir corriendo como caballo desbocado a hacer su voluntad, pero las bases recibidas en mi educación establecieron una barrera protectora a mi lado y el de mis hermanas.

  6. El niño necesita formación en la responsabilidad. Asumir tareas pequeñas y graduales puede ser una metodología apropiada para su formación de independencia, pero cuando le veamos o sintamos madurar, no debemos olvidar que aún no es un adulto, para no equivocarnos en el castigo o la recompensa, sino, con equilibrio entregarle herramientas de formación apropiadas a su edad y periodo de desarrollo.

Mis hermanas y yo, en el matrimonio de uno de nuestros tíos (1998)

Desafíos pospandemia en la educación infantil

Desafortunadamente, no es 1990, no estamos en los mismos tiempos y la crianza de los hijos hoy es un desafío mayor, dados los retos que la pandemia del COVID 19 ha traído con si. Estos desafíos para la educación se resumen, a mi criterio en los siguientes elementos:

  1. El distanciamiento social como medida de protección de la salud, limita la capacidad de relacionamiento del niño con su entorno cultural y social, estableciendo barreras de comunicación interpersonal y creando una personalidad débil y miedos infundados que le acompañarán el resto de su vida

  2. Una Seguridad falsa y una rebeldía inversa, pues El Niño puede sentir que está seguro, pero querrá experimentar tocar lo nuevo, exponerse al peligro y descubrir por sí solo qué tal vez, aquello que era “malo o peligroso” no lo es en la medida que la presión social le ha mostrado, lo que puede llevarlo a desarrollar una actitud rebelde.

  3. La difícil formación de confianza en su círculo más cercano y la barrera de comunicación en su círculo más lejano; pues dado el alto énfasis en el distanciamiento social y el no relacionamiento con los demás, el niño procede a actuar de la misma forma al recibir un saludo, un abrazo o un simple apretón de manos de sus amigos más allegados y familiares. Esto genera barreras enormes en su capacidad comunicativa y de relacionamiento.

  4. La alta exposición a los medios virtuales, que afecta su desarrollo cognitivo y acelera la absorción de conocimiento innecesario para su edad exponiéndole peligrosamente a mundos desconocidos en las redes o en la televisión.

  5. Desasociar las liturgias de su estilo de vida, y con esto, hago referencia a uno de los asuntos más delicados del impacto de la pandemia y es la ausencia de las liturgias comunes que unen a la persona a un sentido de vivir: celebraciones tradicionales en familia, vacaciones regulares, ir a la iglesia, leer la Biblia, cantar en un grupo infantil, ir a la escuela, entre otras. Hoy, mi hija, por ejemplo ya con 1 año de vida, solo ha asistido una vez a la iglesia de forma presencial. La iglesia para ella es el Televisor donde su padre cada sábado participa, la iglesia es el cuarto dedicado en casa para dicho fin.

Mi Bautismo (2001) Pr Moisés Bolaños 

Para que en esta etapa tan importante el niño pueda recibir el desarrollo adecuado, pese a los desafíos, es necesario establecer un estilo de vida que comprenda las necesidades del niño, pero que establezca un equilibrio con la forma como les educamos y les presentamos la pandemia, pues siguen siendo niños. Así que nosotros, en nuestro proceso de aprendizaje hemos implementado algunas ideas que podrían ser beneficiosas para ti y tus hijos ante estos desafíos.

Experiencias y consejos ante el desafío pospandemia

Aunque las experiencias personales no pueden constituir doctrina, compartir nuestra experiencia en el manejo de la disciplina de nuestros hijos y la observación de nuestros vecinos, miembros de iglesia y la familia, me lleva a compartir 8 claves para enfrentar con éxito la formación de una nueva generación, que aunque evidentemente se verá afectada por este cambio social, el impacto en ellos sea mitigado.

  1. Se simple y honesto con tu hijo. Los niños pueden alimentar temores al escuchar ciertas noticias, es necesario ser sinceros con ellos, conversar sin tapujos, sin tabúes y presentarles de manera sencilla las realidades que enfrentamos enseñándoles simples hábitos de limpieza, el uso de mascarillas protectoras en ambientes de riesgo y llevarles a entender que la pandemia no es una lepra, es una crisis profunda, de paso como otras que enfrentaremos en el futuro y otras que se han enfrentado en el pasado. Esto depende de mí como padre, es necesario transmitirle tranquilidad y paz al presentar estos temas.

  2. Mantén a tus hijos en contacto con el mundo exterior. Al salir de casa, con todas las medidas de bioseguridad, siempre saludamos a los vecinos l conversamos sobre los amigos, oramos por ellos y regularmente los llamamos. También programamos visitas de medio día o de algunas horas a la casa de ciertos amigos, puede parecer extraño, pero considero que para mis hijos, la pandemia no existe... solo, hay un bichito peligroso que se mete por la nariz si no te lavas las manos o te tocas los ojos, o si no usas tapabocas al salir a la calle. Ellos se relacionan con sus abuelos, con sus vecinos, con sus amigos, pero la protección la brindamos nosotros. Haz de su vida, lo más normal y común posible.

  3. Evalúa y válida adecuadamente los sentimientos de tu hijo. Cuando salimos de la casa de los amigos, mi hijo, Gabriel, llora desconsoladamente, entonces antes de castigarlo, conversamos: “veo que estás molesto por no poder quedarte donde tu amigo”… ¿te gustó compartir con el este encuentro? Pronto volveremos a visitarlo, ve, despídete de él. Su llanto ahora se mitiga, parece que vuelve a la calma, conversa, cuenta todo lo que ha vivido y luego, en menos de 2 días llamamos al amigo o simplemente le mostramos una foto de él y conversamos sobre la experiencia vivida...

  4. Dar ejemplo del manejo de la crisis a tus hijos. Es adecuado que nuestros hijos vean como debe manejarse la situación que estamos viviendo. Ellos deben estar seguros de la forma adecuada. Por ejemplo: “Hijo, estoy triste porque no he podido visitar a la abuela, pondré una alarma para llamarla” y por supuesto, hacerlo.

  5. Ofrece más abrazos y aceptación a tus hijos. Toma el tiempo para cargarlos, abrazarlos, besarlos, decirle que los amas, es tiempo de transmitir seguridad en medio del miedo.

  6. Escuela en casa. Creo que este ha sido el elemento más importante de la educación de nuestros hijos en tiempo de pandemia. Ellos tienen en casa todo para no necesitar estar en la calle, mi esposa asumió un rol de maestra, de madre, un rol protagónico como una valiente leona que protege a sus hijos. Mi esposa construyó un lugar en casa que representa el lugar de los juguetes, el lugar de la escuela, el lugar de la diversión y el aprendizaje; y tanto Gabriel como Alai en dicho espacio realizan la limpieza, aprenden a ordenar sus espacios y a cuidar sus juguetes y sus libros.

  7. El encierro hace que la armonía del hogar sea más difícil. Vivimos en un lugar encerrados, al frente solo se ve otra casa y esto ha afectado emocionalmente a mi esposa al punto de generar episodios de estrés y pérdida de la paciencia, sin embargo en los niños es aún más intenso, por eso, es necesario establecer rutinas y períodos de actividades donde la familia entera pueda salir, compartir y cambiar de ambiente para distensionarse de la rutina y la situación agobiante. En este sentido el ayudarme a regar el jardín, salir a correr en el horario donde la calle lo permite e ir a la playa regularmente, ha sido una buena estrategia de cambio. Aunque reconozco que es de mis puntos débiles, pues me cuesta separarme de las responsabilidades y dedicarle tiempo a la familia para salir de casa.

  8. Amor por la Biblia. El amor por la Biblia y las historias bíblicas debe ser de las mayores ganancias de la pandemia y de los mayores resultados de la generación pospandemia, pues es necesario establecer rutinas de memorización bíblica, rituales previos al sueño y posteriores al levantarse donde el infante pueda adquirir hábitos de lectura de la Biblia y de dependencia de Dios. Esto se logra más fácil con una canción distintiva y con el hábito de contar una historia antes de dormir.


Mis hijos acompañándome en la Iglesia mientras organizo el sistema previo a un Streaming

Mi esposa e Hijos acampando en el cuarto (Camping Conquistadores 2020)

Un sábado normal, después de predicar, mi esposa sube con los niños a la Iglesia y tomamos esta selfie

Celebrando el Cumpleaños Virtual de Gabriel con sus amigos más cercanos y Familia

Conectados en la Escuela Sabática Virtual vía Zoom con el Distrito Central de Santa Marta


Visitando a la hermana Melva en La Paz (contacto con los hermanos en Vacaciones)

Vacaciones con los primos (Cena 31 Diciembre 2020)

Salida con los abuelos (San José de Oriente, Cesar)

Iglesia Infantil en Casa (Tía Diliney como Maestra)

Manualidad de un sábado regular después del culto virtual (mamá diseña las manualidades)
El Cuervo de Elías (hecho con la silueta de sus manos)


Consejos Inspirados

La famosa escritora Ellen G. White, hablando de la disciplina en el hogar, inspirada por Dios, afirma:

"Puesto que tanto los hombres como las mujeres tienen una parte en la constitución del hogar, tanto los niños como las niñas deberían obtener un conocimiento de los deberes domésticos. El tender la cama, ordenar una pieza, lavar la loza, preparar una comida, lavar y remendar su ropa, constituyen una educación que no tiene por qué hacer menos varonil a ningún muchacho; lo hará más feliz y más útil".  (La Educación, 212). 

Además, respecto al peligro de la educación en las grandes ciudades añade el valor de una educación en el campo. fuera de los peligros, la contaminación y la maldad reinante, afirma:

“Que los padres no se dejen tentar por ninguna ventaja temporal que los induzca a descuidar la educación de sus hijos. Siempre que sea posible, los padres tienen el deber de establecer su hogar en el campo en bien de sus hijos. Hay que proteger cuidadosamente tanto a los niños como a los jóvenes. Debería mantenérselos alejados de los centros de iniquidad que hay en nuestras ciudades. Permitamos que los rodee la influencia de un verdadero hogar cristiano: un hogar donde mora Cristo” (Carta 268, 1906). 

Hablando en lo que respecta a la educación en el cuidado de los juguetes y los elementos en casa:

"No se debe permitir a los niños que piensen que todo lo que hay en la casa es juguete suyo, que pueden hacer con ello como quieren. Aún a los niños más pequeños deben dárseles instrucciones al respecto. Corrigiendo este hábito, se lo destruirá. Dios quiere que las perversidades naturales a la infancia sean desarraigadas antes de transformarse en hábitos. No les deis a los niños juguetes que se rompan fácilmente. Hacer esto es enseñarles lecciones en el arte de destruir. Dénseles juguetes que sean fuertes y durables. Estas sugestiones, por insignificantes que parezcan, representan mucho en la educación del niño". (Consejos para los Maestros, 117).


Conclusión

Cada uno debe elegir como vivir su pospandemia, pero en lo que respecta a la infancia (la futura juventud), mientras Cristo aún no haya venido, es nuestra responsabilidad mitigar el impacto de los cambios de mundo en su estilo de vida, carácter y su desarrollo.

No puedo garantizar como padre que lo aplicado será efectivo para que la vida de ellos sea extraordinariamente perfecta, no pretendo eso, pero Dios ha prometido que si seguimos sus métodos, el nos ayudará en todo (Fil. 4:13). Además, considero que este artículo no refleja ni el 10% de lo requerido en la vida de un niño o niña. sin embargo, presenta los elementos principales de nuestro proceso hasta el momento con nuestros hijos, desde mi perspectiva de padre, joven y pastor.

Gracias por leer este artículo, espero tus comentarios e impresiones.

Daniel

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